7 de março de 2008

MITIN EN LA MUTUALITÉ DE PARIS - Reseña y fotos


fotos gentileza de Juan Pundik

MITIN EN LA MUTUALITÉ DE PARIS

Marta Serra
Con la colaboración de Carmen Cuñat


¿Cuánta gente acudiría al mitin del 9 y 10 de febrero en París? De entrada se abordó esa cuestión con mucho optimismo, la elección misma del lugar de la convocatoria era ya optimista, la sala de la Mutualité de París es grande, muy grande y… una hora después de empezar ya se había llenado medio vacía hubiera sido signo de un cierto fracaso.

La apuesta era tan fuerte como interesante el programa de intervenciones que se extendía por delante, faltaba ver si la importancia que se había dado a la convocatoria desde todas las instancias de la AMP daba su fruto. Y lo dio: la sala estaba a rebosar, más de 1.300 personas.

Elijo para esta crónica hacer un recorrido de los contenidos de las presentaciones que escuchamos. Por tanto, con su lectura podrán saber de qué se habló, cómo transcurrió la jornada de trabajo. Sin embargo, lamentablemente, la enunciación de los oradores no quedará reflejada, como tampoco los momentos de emoción (que fueron muchos), los pocos de tensión que se produjeron, tampoco las risas que, por suerte, también encontraron su lugarcito.

Fue un fin de semana intenso en trabajo pero, también, marcado por la alegría de compartir con otros una lucha común, una meta conjunta. En lugar de pre-ocuparnos, se trató más bien de ocuparnos, lo que suele ser siempre más productivo.

Era un mitin, por tanto, no había mucho tiempo para debates ni preguntas. Nos ocupamos en intervenciones muy orientadas, comprometidas en poner en evidencia puntos de dificultad concretos, algunos problemas acuciantes, tendencias peligrosas que se avecinan… y también, puntos de vista compartidos, orientaciones comunes y más.

Sabado mañana

El mitin empezó puntualísimo. Recepción de JAM recorriendo los distintos títulos que había recibido el encuentro: “Para que viva el psicoanálisis, La “sadización” del psicoanálisis, vivir bajo Sarkozy…” Finalmente, cada uno de esos títulos ponía el acento sobre una vertiente distinta de la encrucijada actual que debemos enfrentar, una encrucijada, en cualquier caso, de riesgo. Carole Dewambrechies Lasagna nos dio su bienvenida con una muestra de aquello a lo qué nos enfrentamos, con su resumen sobre el artículo de una revista científica “independiente” acerca del abordaje psicoterapéutico de corte cognitivo-conductual aplicable a los trastornos del sueño: es fundamental – se afirma en el artículo- que el paciente asocie los elementos cama y sueño. Por tanto, debe habituarse a no utilizar la cama para cosas distintas a dormir. ¡Cuestión de condicionamiento!

Tomaron después la palabra distintos miembros del Consejo de Redacción de LNA a quienes se les había pedido una respuesta breve a la pregunta: “¿Qué puede el psicoanálisis en el momento actual?”:

Clotilde Leguil nos recordó cómo el desarrollo de la cuantificación y la evaluación inunda nuestras vidas y las deshumaniza; cómo la ciencia pretende hacer hombres adaptados a la productividad y a la cuantificación; cómo en la medicina, no sólo se deshumaniza a los pacientes sino también a los médicos y, en resumen, cómo la neuroética quiere hacer desaparecer el fallo, la falta. El psicoanálisis debe encargarse de mantener un lugar para ella.

Guy Briole acentuó la dimisión que tanto el mundo médico como el mundo psi, han presentado respecto a la clínica y la transferencia en favor de las estadísticas, la biología y los protocolos. El psicoanalista sostiene su palabra allí donde los que se refieren al discurso de la ciencia sostienen “el estado actual de los conocimientos” que daría cuenta de todos los modos de goce modernos. Así, en el deslizamiento metonímico permanente de la búsqueda de goce, el discurso psicoanalítico puede quizás introducir un corte.

Hugo Freda nos recordó cómo Freud pensaba que toda la población debería disfrutar del psicoanálisis… sólo hacía falta organizarse. Finalmente, los CPCT son una realización de esa aspiración del maestro. En París: 4.000 pacientes desde 2003. Evidentemente, no hay tratamiento global ni globalizable para el malestar subjetivo pero sí se puede ofrecer un dispositivo que atienda a la palabra del sujeto.

Serge Cottet nos advirtió sobre un cambio de coordenadas importante que se está produciendo en la actualidad apoyado en los avances científicos y tecnológicos: si antes se trataba del malestar en la civilización, ahora se trata de la política misma de la civilización.

Partió del debate que se está produciendo en Francia sobre una posible pena de prisión que se añadiría a la marcada por los jueces, para aquellos sujetos que se consideran potencialmente recidivistas y, por tanto, peligrosos.

Si para el psicoanálisis el pasaje al acto del “loco” se produce en coordenadas concretas y no siempre y en cualquier lugar, para la psiquiatría –nos recordó Cottet- la personalidad siempre permanece, por tanto, una vez localizados los marcadores genéticos de personalidad ya es posible “localizar” a los peligrosos, antes incluso de que cometan el acto delictivo. ¿qué peligrosos? Los perversos sexuales primero; después los locos, y después ¿quién? Pregunta inquietante.

Finalizadas estas comunicaciones breves, tomó la palabra Éric Laurent, con un título en absoluto ambiguo: “El cálculo masivo mata al sujeto”

Los cálculos masivos que matan al sujeto pueden parecer en algunos casos anecdóticos, como por ejemplo, la publicidad de algunas agencias matrimoniales que aseguran “tener el algoritmo que puede ofrecer a cada sujeto su partenaire sexual ideal” en base al tratamiento informático de los datos -rasgos de personalidad- de sus clientes. El “no hay relación sexual” de Lacan quedaría así anulado con el delirio de que el manejo de toda la información permite saber “todo” del sujeto.

Ya no es tan anecdótico cuando se plantea que los índices de “calidad total” que surgieron en la industria –la automovilística japonesa en concreto- sean ahora aplicados a la medicina; que el “cero defecto” anhelado se imagine resultado de aplicar a rajatabla el protocolo, olvidando que el ideal del protocolo no coincide con la realidad de los pacientes, porque estos siempre acaban aportando alguna particularidad que no se ha estudiado. Por suerte, añadiría yo.

Se sueña para la medicina –decía Laurent- con la misma mutación que ha sufrido la aviación, donde el piloto de carne y hueso ya casi no interviene.

Si la infatuación antes servía a algunos para calmar la angustia de su acto, ahora se trata de neutralizar la angustia con el cálculo: se aspira al saber absoluto, a la precisión predictiva total.

¿Qué concluyó? Que ese saber estadístico nada tiene que ver con el saber clínico; son dos saberes con dos reales totalmente distintos. El saber clínico se descifra y requiere, para ser obtenido, que la experiencia sea recorrida, atravesada, mientras que el saber estadístico, simplemente, se deposita.

Después de Laurent, una voz de otra profesión, Charrière-Bournazel, bâtonnier de París, abogado de Lacan, de JAM y de la ECF, nos puso al día de cómo anda el mundo del derecho y de la ley, con una intervención titulada: “¿Hacía una sociedad de la delación?”

Planteó que la prevención y la precaución están acabando con la sociedad de la libertad, y lo hacen legalmente, lo cual es aún peor, si cabe. Tomó dos ejes para dar cuenta del estado de las cosas. Por un lado, las leyes protegen y favorecen a los delatores, por otro, las mismas leyes castigan a quien no convierte su “duda” sobre la honestidad del otro en una denuncia.

Nos dio dos ejemplos muy claros:

1. Si después de cometer un crimen, uno de los que participaron denuncia a los otros, podrá beneficiarse de exención de culpa o pena. Cuando le escuchaba me daba cuenta de cuán habituados estamos a eso en las películas de abogados que pueblan nuestros canales de televisión. ¡Nos habituamos al horror!

2. Si un abogado es consultado sobre un negocio en el que su cliente quiere invertir, más vale que el origen del dinero sea claro y diáfano porque está obligado –el abogado- a denunciar en un servicio especial cualquier “duda” que le surgiera sobre el origen de dicho dinero. Por supuesto, sin avisar a su cliente.

Para cerrar el trabajo de la mañana, escuchamos a Jean-Claude Milner con un trabajo titulado: “Las nuevas ciencias ocultas”

Cuando Freud enunciaba las tres profesiones imposibles -nos recordaba Milner- gobernar, educar y curar, no hacía sino reducir la irreductibilidad de lo oscuro y lo confuso, al fin y al cabo, había que aceptar que la medicina tampoco llegaría a ganar a la muerte. En la actualidad, la posición de la ciencia es muy distinta: lo que intenta permanentemente es transformar lo oscuro y lo confuso en simple.

La ciencia ideal ocupa ahora el lugar de lo simple y fácil y su técnica preferida es el cifrado, el cifrado de la estadística que tiene, además, una característica muy particular: con sus cifras no se puede operar, son números que no valen como números.

Así, los que detentan este discurso fácil se comportan como los iniciados de las ciencias ocultas y las sectas, poniendo impedimentos para que nadie pueda acceder a lo que sus documentos mantienen escondido. ¿Cuáles son estos impedimentos? Fundamentalmente dos: lo aburrido de su discurso y el ciframiento de su información.

Cuando el político se suma al discurso de lo simple y lo fácil lo que hace es descalificar al que piensa, al que reflexiona, se descalifica lo intelectual y, además, a alguien que se presenta tan sencillo y tan débil ¿quién podría criticarlo?

Y Milner –que iba creciendo según avanzaba su discurso- no dudó al sostener que no hay que engañarse, que frente a lo oscuro que el hablante encuentra, siempre de manera contingente, no hay discurso fácil ni simple.

Nuestra batalla consiste –subrayó- en no volvernos indiferentes, debemos hacer todo lo posible por reintroducir el deseo de pensar y el deseo de luchar.

Sábado tarde

Se retomó el trabajo, después de la comida, con Philippe Sollers y su intervención titulada “un estado de delicuescencia”. Sollers presentó un “film sonoro”, un viaje a Roma, el Vaticano y Venecia. La música de Monteverdi se mezclaba con el arte marcadamente religioso que, sin embargo, deja al alcance de la mirada y de cada mano que se tiende, un desbordamiento de erotismo. Estas escenas están pautadas con la lectura de textos religiosos o con intervenciones un poco a contratiempo de Sollers. Se trataba de plantear una “estética paradójica”.

Al final del film, JAM evocó “El perro andaluz”, la película de Luis Buñuel, realizada en 1929 a partir de un sueño de Salvador Dalí del que Buñuel decía: “trabajamos acogiendo las primeras imágenes que nos vienen al espíritu y rechazábamos sistemáticamente todo lo que podría venir de la cultura o de la educación. Era necesario que fueran imágenes que nos sorprendieran.”

De cualquier forma, antes de mostrar la película, Sollers nos había ofrecido ya el bálsamo que debíamos aplicarnos si aparecía la herida de la falta de comprensión: “El que no entiende nada, entiende mejor que el que entiende mal”.

Catherine Clément que estaba anunciada en el programa, no pudo acudir. En su lugar, JAM pidió a colegas de distintos países que hicieran un resumen de la situación Psi en cada lugar: Brasil, Italia, España, Bélgica, Inglaterra, Suiza…Sabemos seguro que no será con este tema que surgirán envidias y diferencias entre países, no parece que haya ninguno excepcionalmente preservado de esta problemática.

Acabamos la jornada de trabajo del sábado con Bernard Henry Levy y su intervención: “Nuevas figuras del oscurantismo”.

Empezó diciendo que por segunda vez JAM había dejado su trabajo para librar una batalla que él mismo creía necesaria, una batalla contra el cognitivismo, al que, sin disfraces ni velos de ningún tipo, adjetivó de estúpido, imbécil y algunas lindezas más.

Planteó que no se puede permitir bajo ningún concepto que el discurso cognitivista triunfe y que para ello hay que mantener firmes 7 puntos:
1. La idea indiscutible de que el alma no tiene localización física.
2. La idea de que el cuerpo no es un organismo.
3. Lo importante no es ni el cuerpo ni el alma sino su encuentro, su captura improbable que es la lengua misma.
4. Lo que cuenta no es el cuerpo, ni el alma, ni el encuentro de los dos sino el encuentro de dos sujetos. Lo que pasa en el encuentro y el desencuentro, en el entendimiento y el desentendimiento que es la ética.
5. La neurosis no es una enfermedad. Si medicalizamos todo, entonces nos entregamos a lo peor, al totalitarismo, porque éste es siempre una intención de curar. Por eso nosotros no buscamos eso según Freud.
6. No somos Psy. No debemos ceder en cuanto a esto: no somos expertos del alma ni nos parecemos a los cognitivistas.
7. Habremos ganado la partida si les hacemos saber que la ciencia no es el cifrado, eso era el oscurantismo de las sectas.

Y acabó recordando a dos maestros que compartió con JAM. Georges Canguilhem, al que imaginó diciendo que hay que parar con el fetichismo de la ciencia, que los sabios no son siempre recomendables, que lo verdadero y lo falso no es claro y, por tanto, la ciencia tiene menos que ver con el matema que con el poema.
Y el otro maestro, Althuser, quién pedía la unión de los psicoanalistas con los poetas y los verdaderos sabios.

Con esa intervención se dio por finalizada la jornada del sábado.

Domingo mañana

El domingo por la mañana se dedicó integralmente a la universidad bajo el título: “La locura evaluacionista, la universidad sadizada” (por la policía de la evaluación). Algunos profesores universitarios, colegas y no colegas, desarrollaron la situación actual del psicoanálisis en la universidad.
Inicio la secuencia de intervenciones Isabelle This, con una exposición precisa, muy viva y entusiasta.

El problema de la evaluación en la Universidad forma parte de un movimiento mucho más amplio que afecta a la enseñanza en general. La llegada de Sarkosy al poder tan sólo lo ha acelerado. ¿Características?:

1. La nueva finalidad de la Investigación y la enseñanza superior es la investigación aplicada y dar a los alumnos el servicio de formación. Esto es, todos al servicio del objetivo económico mientras se sostiene que se está al servicio de la sociedad.

2. Los cambios se introducen de manera insidiosa con pequeñas normas imposibles de clarificar y, sobre todo, buscando poner a los sujetos en competencia entre ellos para dividirlos.

3. Para evitar el coste inevitable de la evaluación de la investigación, se sustituye la lectura de los trabajos por el cruce de información de artículos publicados en las revistas científicas y cuya valoración es la que otorga la propia revista.

4. Se vuelve a proponer separar investigación de enseñanza: primero se elige a los mejores como investigadores y los que no entran en esta categoría quedan como enseñantes, lo que acaba con la tradición francesa de investigador-enseñante.

5. Los alumnos serán usuarios del servicio, por tanto evaluarán al profesor. Eso empuja a la seducción de los alumnos en oposición a la posición de autoridad que tiene el profesor o que debería tener.

Después tomaron la palabra algunos profesores de psicología: Alain Abelhauser de Rennes, François Ansermet de Ginebra, Roland Gori de Aix-Marseille, Jean-Claude Maleval de Rennes que insistieron en la paradoja de la misión pedida a las universidades de hacer una enseñanza de masas participando al tiempo en una formación de élite.

El cifrado reina como dueño y señor sobre todas las opciones tomadas por las comisiones donde se ejerce una “planificación administrativa de la evaluación” (Gori). La clínica es sistemáticamente objeto de ataques, se rechazan propuestas de investigación que sean de carácter clínico (Abelhauser). La dificultad fundamental reside en que los criterios de validación de las enseñanzas y las investigaciones han sido alineadas a partir de los de las universidades americanas que jamás integraron el psicoanálisis (Gori). Así, someterse a esos criterios de evaluación es aceptar la desaparición del psicoanálisis, por eso hay que oponerse a esto demostrando la pertinencia del psicoanálisis (Maleval)

Philippe Meirieu, profesor de universidades de ciencias de la educación, conocido por sus trabajos sobre la pedagogía insistió en el pasaje de la universidad hacia una adaptación a la demanda de una sociedad mercantil y su ruptura con la “ciudad ciudadana”, esto, junto con la hegemonía del cognitivismo –dijo- implica una reducción grave de la cualidad de la enseñanza y del rol de la universidad.

Domingo tarde

La tarde del domingo se dedicó al abordaje sociológico de la situación y contó con intervenciones de sociólogos de renombre:

Yves Charles Zarka propuso como título: “Contra el cognitivismo”

La evaluación tiene que ver con la normalización generalizada pero –subrayó- pese a su éxito, tiene enemigos. El psicoanálisis entre otros.

No hay un mundo sin trastornos y la evaluación pretende que este sea un mundo sólo para los mejores, lo que lleva a lo peor. Hay que hacer mentir a los evaluadores, poner en evidencia la trampa.

Vincent de Gaulejac intervino bajo el título “La política contaminada por la gestión”.

Planteó que actualmente se trata de gestionar no de gobernar; a los políticos contaminados por la gestión, no les interesa que se hable de lo que no va.

La ciencia de la gestión es un modelo normativo para optimizar no para comprender.¿Cuáles son sus referencias ideológicas? objetivismo, funcionalismo, experimentalismo, utilitarismo. La cuestión es que el problema no existe si no hay soluciones.

Explicó en qué consiste actualmente la idea de “recursos humanos”: transformar libido en forma de trabajo; de forma que lo que valen son los actos y nada las palabras.


Michel Chauvière hizó su aportación con el título: “Calidad, evaluación, buenas practicas: la intervención social en dificultades”.

Habló de las grandes Asesorías de empresa –tipo Arthur Andersen- los nuevos gestionarios, el nuevo management. Finalmente, todo gira en torno al modelo del “Servicio postventa", el criterio de calidad es que hay un buen servicio postventa ¡o sea que se prevé desde el principio que el producto va a fallar!

Christhophe Deltombe, actual presidente de EMMAÜS tomó la palabra con una intervención titulada: “Hacia un vínculo social solidario”.

Empezó afirmando que la falta en tener que es la pobreza, no tiene porqué convertirse en falta en ser, que sería la miseria.

Planteó que lo que mueve a su organización no es expandirse -ya que lo que se expande es la miseria- a ellos les mueve la solidaridad. Funcionan con una lógica de la solidaridad que les lleva a organizarse entre ellos, a renovar los vínculos y a perseguir el desarrollo duradero con la recuperación de objetos de desecho.

Su acción se sostiene en un derecho incondicional, por eso rechazan cualquier subvención publica, lo cual, de paso, les permite escapar a la evaluación.

Esta serie de intervenciones se cerró con la de Robert Hue, senador y presidente de la fundación Gabriel Perí, quién habló de “La política frente al dogma de la evaluación”.

Hombre político, claramente conocedor del discurso psicoanalítico lacaniano, identifica su compromiso político como cercano a nuestra disciplina ya que comparte el objetivo de “desalienar” al hombre.

Transmitió algunas ideas fundamentales para entender como la cuantificación es inherente a la lógica del capitalismo tal cual hoy se presenta: producción y consumo mandan.

Por un lado, la lógica de la productividad quiere productores, no sujetos. De estos productores interesan las competencias comportamentales en tanto son cuantificables y manejables para influir sobre la productividad. Por ejemplo, “la inteligencia es tomada por un simple mecanismo de tratamiento de información a optimizar según las necesidades de la empresa”.
Por otro lado, para que la productividad tenga sentido y se mantenga, se necesita que haya consumidores decididos y convencidos.

La ideología dominante infiltra el discurso de políticos y sindicalistas, periodistas e investigadores, pero de manera insidiosa, poco clara, por ello, nuestra resistencia es bienvenida y debemos, psicoanalistas y políticos progresistas tomar conciencia de la convergencia de nuestros combates.

Domingo tarde

La tarde, y el conjunto de la convocatoria, se cerró con la intervención de Gerard Miller que tituló su presentación: “¿Quién quiere la piel de Sigmund Freud?”

Teniendo en cuenta que no es nuevo ni extraño que el psicoanálisis tenga adversarios, nos proponía recordar una carta de Freud a Jung « … no hay que perder el tiempo en discutir con los adversarios, quizás hay que esperar a que estén muertos”.

Sin embargo, hay que conocer a los adversarios. El psicoanálisis ha tenido muchos y variados, de forma que Gerard Miller nos paseó, con el ingenio y el humor que caracterizan sus intervenciones, por un listado-clasificación de adversarios, desde los pasados “ilustres” como Sartre, Deleuze, Foucault, que además de adversarios eran también amigos, hasta los más actuales: los expertos.

A estos últimos se dedicó con mayor fruición desarrollando lo que fue la escena desopilante de “expertización” a cargo de siete de esos personajes imperturbables en el Departamento de Psicoanálisis en la Universidad de París VIII.

Finalmente, parece que lo mejor era seguir el consejo de Freud ya que más nos ocupamos de esa burocracia, menos tiempo tenemos para el psicoanálisis.

Fue un fin de semana verdaderamente intenso. Habrán más. JAM nos dio la fecha de final de marzo.

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