15 de abril de 2013

PIPOL NEWS 44


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PIPOL NEWS 44
El cuantificador no-todo
Anna Castell, ELP, Barcelona

Desde Freud hasta Lacan, en los hitos del camino que el psicoanálisis articula en su pregunta por la feminidad, se destaca en especial un mito que une el goce y las mujeres. Lacan lo presenta en un párrafo de su texto L'Étourdit, donde aísla una formulación de la posición femenina a partir de un nuevo cuantificador, con la introducción del no-toda. Dice, así:
Pero cuando el no-toda llega a decir que no se reconoce en ellas (mujeres), qué otra cosa dice si no lo que encuentra en lo que aporté, esto es:      el cuadrípodo de la verdad y del semblante, del gozar y de aquello que por un plus de -, se escabulle aldesdecirse que se defiende de él, y el bípodo cuya intervalo muestra el ausentido de la relación, luego el trípode que se restituye con la entrada del falo sublime que guía al hombre hacia su verdadero lecho, por haber perdido su rumbo.
         "Me has satisfecho thombrecito. Te diste cuenta, era lo que hacía falta. Anda, atolondradichos no sobran, para que te vuelva uno después del mediodicho. Gracias a la mano que te responderá con que Antígona la llames, la misma que puede desgarrarte porque esfinjo mi no-toda, sabrás incluso, alrededor del atardecer, equipararte a Tiresias y como él, por haber hecho de Otro, adivinar lo que te dije."
Esta prosopopeya de Lacan comienza con la enunciación: "Me has satisfecho thombrecito". Es una voz. Habla la Esfinge griega, representada con atributos femeninos, que empieza declamando su goce: "Me has satisfecho thombrecito".  Y añade: "Te diste cuenta, era lo que hacía falta". Resulta curioso que una Esfinge comience así, placidamente, tranquilizando al que la escucha, y tanto más cuando acaba de evocar el enigma planteado a Edipo; cuyo nombre no es pronunciado, y no por casualidad. El nombre que se menciona es de mujer, Antígona. Esta situación se juega entre la Esfinge griega y Antígona. Son voces de mujeres. Y también hay otro nombre, el de Tiresias, que no está ahí convocado como hombre sino, como dice la Esfinge, "por haber hecho de Otro". El adivino Tiresias hizo de Otro porque, según reza la leyenda, fue transformado en mujer durante siete años como castigo por separar una pareja de serpientes que copulaban en su camino y, siendo mujer, al pasar otra vez, repitió el gesto y fue transformado de nuevo en hombre. Tiresias conoce por tanto las cuestiones del goce de los dos lados de la barrera sexual, y es convocado aquí en calidad de versado en la materia, porque hizo de Otro. Aparece al final de la prosopopeya en la alusión a la noche, al ocaso: "sabrás incluso, alrededor del atardecer, equipararte a Tiresias y como él, por haber hecho de Otro, adivinar lo que te dije."
El final es extraño en relación al principio, porque el enigma planteado a Edipo tal como nos es transmitido por el mito -¿Quién tiene cuatro pies de mañana, dos al mediodía y tres a la noche?-, este enigma de cuatro, dos y tres pies se revela como el hombre que camina a cuatro patas de niño, en dos de mayor y con un bastón cuando es anciano. Y los pies, con la referencia a la mañana, al mediodía y a la noche, están presentes en esta figura retórica de Lacan queempieza con una aserción, "me has satisfecho", y termina por "alrededor del atardecer podrás adivinar lo que te dije". La Esfinge habla sosegando en un inicio al que le escucha pero, paradójicamente, recalcándole después que en el ocaso de su vida, "alrededor del atardecer", sabrá qué le ha dicho. Se trata del ocaso de la vida de Edipo.
Esta prosopopeya tiene, pues, la forma de enigma dirigido a Edipo. Hay también referencias a los cuatro pies, a los tres y a los dos, cuando Lacan presenta los pies simbólicos sobre los que camina el sujeto: Primero, está el cuadrípodo de la verdad, del semblante, del gozar y de un plus-de-gozar; esto es, el cuadrípodo del discurso en tanto es tratamiento del goce por lo simbólico, con los lugares fundamentales, verdad, semblante y goce. Seguidamente, está el bípodo: "el bípodo cuyo intervalo muestra el ausentido de la relación". Aquí, el bípodo son los dos lados de la relación sexual, lado hombre y lado mujer, su distancia, como dos polos. "Luego el trípode que se restituye con la entrada del falo sublime que guía al hombre hacia su verdadero lecho, por haber perdido su rumbo." Este es el lecho de las relaciones sexuales hacia el cual el hombre es guiado por el falo, el verdadero índice que orienta debidamente su rumbo.
Y he aquí, lo que Lacan trae en los años 70 como punto de partida de la llamada femenina: Los cuatro lugares del discurso, la ausencia de la relación sexual y el falo mediador, el que guía. En ese punto se alza la voz de la Esfinge griega, que parte de su goce, y no de la verdad; habla de la satisfacción y del hombrecito que ha comprendido. ¿Qué ha comprendido?
Y sigue, "anda, atolondradichos no sobran, para que te vuelva uno después del mediodicho". Es un juego de palabras entre el mediodía de Edipo y el medio-dicho o decir a medias de Lacan: "la verdad sólo puede decirse a medias". Por tanto, ahí "atolondradichos", -l'étourdit- alude a la movilización completa de las cadenas del lenguaje, del Otro, de lo dicho: las vueltas de lo dicho. Y harán falta muchas sobre el toro del lenguaje para rodear esa satisfacción que esa voz profiere: "me has satisfecho thombrecito". Harán falta muchas vueltas de este dicho para que Edipo sepa responder, más allá del símbolo fálico, a la exigencia de este goce.
Así que, vueltas de lo dicho, no hay de más. "Para que te vuelva", sigue diciendo, para que "te vuelva" algo del goce, el de él, puesto que ahí no se sabe qué le toca a él. Ella está satisfecha, pero del lado de él todo lo que hay es que ha comprendido. Con lo cual, tal vez le gustaría tener su parte en el festín y, así, que le vuelva también aquello que precisamente ha comprendido.
"Gracias a la mano que te responderá con que Antígona la llames, la misma que puede desgarrarte porque esfinjo mi no-toda". Figura extraña también, referir que la mano de Antígona, la de esa mujer que ese thombrecito llama, la mano que lo sostiene, también lo puede quebrar; y "porque "esfinjo", -el verbo esfinjir no existe, pero evoca con ese Esfinjo, fingir-. Podríamos decir, "finjo eso", enmascaro, con la máscara de la Esfinge, el cuantificador del no-toda.
Dicho de otro modo, el enigma que le ha correspondido enfrentar a Edipo es: ¿hay un goce más allá del Edipo, más allá del valor fálico?, ya que la Esfinge femenina le pide al que pasa que se identifique a un hombre, al falo, antes de que pueda quebrarlo. Pero después, con esa figura extraña de la mano de Antígona, que puede ser también sorprendentemente la de la Esfinge griega, se transforma la pareja Edipo-Esfinge en Edipo-Antígona; después de todo, el goce de Antígona es una pregunta al final de la obra, como lo es el de la Esfinge al principio. Ella es el resto de la operación. Encarna, como la Esfinge, la pregunta por el goce femenino. Lacan lo expresa en esta frase: "...sabrás incluso, alrededor del atardecer, equipararte a Tiresias y como él, por haber hecho de Otro, adivinar lo que te dije."
En realidad, la mano femenina que lo ayuda, también lo puede quebrar, es también la que puede transformarlo en Tiresias –castrarlo-. Así es como esta mano puede igualarlo, permitirle saber hacerse el igual a Tiresias, haber hecho de Otro, y así adivinar qué se le ha dicho. ¿Qué se le ha dicho? Pues, que la voz del superyó femenino, los dichos que la representan se originan en su propio goce, en su Otro goce que le pertenece.

En efecto, Lacan hace de este goce una exigencia superyoica, un mandato que enuncia una orden de goce: "Goza" (Jouis); frente al cual sólo se puede responder "oigo" (j'ouis). Por eso, la voz que enuncia "me has satisfecho" puede llamarse superyo, aunque parezca inofensiva. Se trata del superyo femenino, que apela a igualarse a este goce no simbolizado, no tan fácil deenfrentar. Es, en palabras de Lacan, -"una surmoitié que no se surmoite tan fácilmente como la conciencia universal"- (juego de palabras con surmoi, superyo, y entre surmonter, superar y moite, húmedo/da o avoir les mains moites, tener las manos húmedas). Por eso la voz enuncia o bien redúcete al padre muerto, hazte tomar la mano por Antígona, o bien a convertirse en el amante castrado Tiresias.
Y Lacan no invita especialmente al thombrecito a que ceda a esta voz, sino que invita a que los dichos del superyo femenino sean "refutados, inconsistidos, indemostrados, indecididos". Inconsistirse, indemostrarse e indecidirse es la lista de los tres registros: la inconsistencia, lo indemostrable, lo indecidible, precedidos por "completarse", que queda un tanto de lado, porque, en efecto estos tres verbos son también formas de la incompletud, a partir de la cual se plantea el problema de lo decidible y los problemas ligados a laconsistencia. Tres maneras de decir S(A/).
El camino frente a la surmoitié por consiguiente es -inconsistir-indemostrar-indecidir- a partir de las vías del decir. No se trata de feminizarse, tampoco, desde luego, de identificarse al falo; se trata de un decir que dice del Otro que no existe. Este es el lugar que Lacan asigna al psicoanalista, al nuevo Edipo:saber responder a este llamada, pudiendo reenviarla a la verdadera lógica de la posición femenina, que es rebatir los semblantes que apuntan a cualquier consistencia del Otro. Una indicación clave para la clínica.

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